Ya... ya sé que en el
espacio no se transmite el sonido, ya sé que no se escuchan las explosiones de
los motores de los cohetes, ni el crujir de la chatarra espacial, ni el vuelo
de un asteroide a toda velocidad, ni siquiera se oye nada a lo Star Wars,
lástima. Pero el Universo, lejos de estar callado, es una sucesión de ritmos y
canciones por doquier emitidos por estrellas moribundas, planetas girando sobre
sí mismos, soles palpitantes y demás entes cósmicos que parecen estar vivos. Sus
ondas de luz andan de aquí para allá en permanente viaje y el silencio deja de
serlo para los que quieran escuchar.
Parece ser que lo de la
"música de las esferas" no es un rollo místico o sobrenatural remakeado
por la New Age, sino un conocimiento fundamentado en las matemáticas y la
física que los astrónomos han logrado demostrar con ayuda de sus
radiotelescopios. Nunca olvidaré la película "Contact" en la que la
Dra. Arroway (la maravillosa Jodie Foster) se obsesiona por escuchar esos
sonidos del Cosmos en busca de patrones de regularidad en el caos para
encontrar un mensaje de vida extraterrestre inteligente. Pero hay mucho que escuchar
ahí fuera además de ese ansiado mensaje.
Mucho antes que estas
enormes antenas apuntaran al cielo para registrar sus pálpitos, ya los griegos lo
decían... Efectivamente, ya lo sabían ellos, como casi todo. El gran Pitágoras,
el matemático, músico, político y chamán (porque en la antigüedad no había
divisiones absurdas en el conocimiento, ni eras de letras o ciencias y el
límite entre ideas religiosas y científicas tampoco estaba muy claro) pues, como
digo, el gran Pitágoras supo conjugar su propio intelecto con lo que aprendió
en su vida en los templos egipcios y en Babilonia con sus magos-astrónomos.
Pitágoras no solo se trajo el famoso teorema de aquellas tierras sino todo un
conjunto de saberes que él supo sintetizar y enriquecer. Decía, por ejemplo,
que los planetas al moverse producían unos sonidos los cuales no serían
perceptibles por los humanos, que existía una armonía entre las esferas y que
el universo entero se comportaba como un gran instrumento. Según en qué órbita
se encontrara el planeta así sería su sonido y todos moviéndose a la vez
creaban una armonía perfecta. Matemáticas y música estaban íntimamente relacionadas.
Para el que le guste el tema de las escalas musicales pitagóricas y las matemáticas,
que es alucinante, hay centenares de webs donde explica todo esto en
profundidad.
La música del cielo existe
de una forma callada, indefinida e hipnótica... bella. Todo en el universo tiene
su sonido, cada reflejo de luz visible o invisible, cada onda no percibida por
nuestros limitados sentidos, tiene su equivalente en la escala musical.
Hace algunos años descubrí los
sonidos que se habían captado del Sol, los planetas e incluso de un púlsar. Tratados
para que nuestro oído pudiera sentirlos expresaban la inmensa solemnidad de
estos objetos que giran flotando en el abismo. Cualquiera puede acceder a ellos
a través de la web de la NASA.
También descubrí que muchas personas eran
capaces de coger otros sonidos ambientales de la propia Tierra y utilizando
programas informáticos y algoritmos con nombres extrañísimos para mí (la
conjetura de Siracusa, las cadenas de Markov, el juego de la vida...) crear
extrañas composiciones. Música y matemáticas se fusionan, tal y como decía
Pitágoras, pero no hay que olvidar la parte intrínsecamente emocional de la
música. Sin transmisión de emociones y belleza la música deja de ser música y
solo es un juego experimental. Sí, de la secuencia del ADN han hecho música,
pero la creatividad, la imaginación y los sentimientos en intérpretes y oyentes
son claves porque los seres humanos funcionamos con lógica borrosa (Fuzzy logic) más
que con matemática pura.
La Naturaleza es una fuente
de música increíble y no solo se trata de cantos de pájaros, ballenas o lobos,
como se venden en muchos discos. Cualquier árbol, oleaje, corriente acuática o
magmática provoca vibraciones que se pueden traducir en música. No todos los
oídos están preparados para escuchar estas músicas celestiales o terrenales, no
estamos acostumbrados. El sentido de la música nos lo han atrofiado desde niños,
sobre todo con el volumen. No sabemos escuchar, ni tenemos la paciencia ni la concentración
para ello, ni el oído ni la sensibilidad. Los ritmos de la música han variado
enormemente y la música clásica sigue siendo algo pomposo para muchos. Lo del
disco con notas de sintetizador flotando entre canto de pájaros es una cosa,
pero lo de la música de las esferas es otra muy distinta. Para escucharla
debemos estar con los oídos de la mente bien abiertos sin prejuicios para
captar las sutilezas que jamás alcanzará a tener la música comercial moderna de
los últimos veinte años (con todos mis respetos, que son pocos, lo siento).
Ahora es posible escuchar al
Cosmos con radiotelescopios propios, como hacen ya muchos astrónomos amateurs y
no con gigantescas antenas como la Dra. Arroway. Con gran maña lo han logrado
muchos de ellos y explican cómo hacerlos o adquirirlos ¡Si Pitágoras levantara
la cabeza!
Un amigo mío astrónomo,
Rafael Balaguer, me lo hizo saber "¡Claro
que la música de las esferas existe!", me dijo, "Un amigo mío, músico e informático, y yo hemos hecho esto con la
luz de la Luna..." Y claro, me quedé loca. Con los cascos puestos me
dejé llevar con el arrullo de la Luna, una música entre angelical y
perturbadora, poderosa y mágica, una dulce nana a la Tierra de nuestra
compañera ancestral en nuestro viaje alrededor del Sol. Me dice que están
preparando cosas muy interesantes pero "hasta aquí puedo leer" ... en cuanto lo tengan actualizaré esta entrada.
Mientras caminaba por la calle escuchaba esta música puesta en modo bucle que
me había atrapado por completo, hipnotizado totalmente.
Vino a mí la idea de que durante toda la existencia de nuestro genero "homo" y mucho antes, todos nuestros ancestros habían admirado la Luna, contemplándola bien como un elemento más del paisaje e incluso deidificándola. También hemos logrado llegar a ella, pisarla y analizar sus rocas, olerla y ahora la hemos oído cantar. Dicen que volveremos pronto a la Luna, espero que no sea para interrumpir su canto.
Nos consolamos pensando que somos parte de ese misterio, una parte más o menos inteligente que cada día que pasa arranca un secreto más con ayuda de la ciencia, pero que al hacerlo se nos muestran otros enigmas más increíbles. Y mientras el Universo entero, con sus esferas y cuerpos celestes, toca su melodía indiferente ante nuestro asombro perpetuo. Canta epopeyas del espacio-tiempo remoto y de sus orígenes violentos, canta eternas sagas de tragedias, nacimientos y muertes antes de convertirse en supernovas, canta los choques entre cuerpos y la atracción hacia el horizonte de sucesos de los agujeros negros, los precisos púlsars y el errático vagar de las rocas solitarias.
Nos consolamos pensando que somos parte de ese misterio, una parte más o menos inteligente que cada día que pasa arranca un secreto más con ayuda de la ciencia, pero que al hacerlo se nos muestran otros enigmas más increíbles. Y mientras el Universo entero, con sus esferas y cuerpos celestes, toca su melodía indiferente ante nuestro asombro perpetuo. Canta epopeyas del espacio-tiempo remoto y de sus orígenes violentos, canta eternas sagas de tragedias, nacimientos y muertes antes de convertirse en supernovas, canta los choques entre cuerpos y la atracción hacia el horizonte de sucesos de los agujeros negros, los precisos púlsars y el errático vagar de las rocas solitarias.
"Cantar" es un término
poético que utilizamos para describir nuestra percepción de estos sonidos, pero
en realidad los seres humanos asignamos inteligencia y sentimientos, e incluso alma,
a todo aquello que parece tener vida propia. Las esferas "cantan"
como consecuencia natural de su movimiento, vibración, de su física y química, nada
más, pero ... ¡Seamos animistas por unos momentos y dejémonos flotar por las ondas mientras
las escuchamos y viajemos por el Cosmos!
La poesía la ponemos
nosotros y, tal y como decía mi "amigo" Carl Sagan, la consciencia de
todo ello también. Esa inteligencia, sensibilidad y alma están dentro de
nosotros mismos y todo lo proyectamos a lo sublime del cielo y sus esferas.
Citando a Walt Withman:
Y todo cuanto veo se multiplica y se pierde más allá,
se liga con sistemas invisibles,
se extiende y se expande más allá…..
siempre más allá y más allá……
Mi sol tiene su sol y alrededor de él gira sin descanso;
va con sus camaradas de un sistema superior
y otros mayores siguen
y otros mayores y mayores……..
Todo gira, nada se para ni puede pararse.
Si yo, tú, todos los mundos, todo cuanto existe debajo y fuera de esos mundos, se tornase de pronto en una
pálida neblina, nada importaría en el tiempo……
Seguramente volveríamos a estar donde ahora,
seguiríamos caminando adonde vamos
y después……. más allá y más allá.
Canto a mí mismo (fragmento de XLV)
¡Disfrutad del concierto!
La Noche estrellada de Vincent Van Gogh
Algunas recomendaciones:
Basada en la novela de Carl Sagan... ¡emocionante y fantástica! Trailer
El sonido de los planetas captados por la sonda Voyager
Los sonidos del espacio interestelar , espectacular!!!
"Vidas de Pitágoras", maravilloso libro de David Hernández de la Fuente
Publicación donde muchos aficionados y profesionales se ponen al día de sus progresos y novedades. Aquí mi amigo Rafael Balaguer tiene un estupendo artículo sobre la captación de los sonidos de Júpiter. En su web podréis encontrar mucha información de sus actividades (aviso: está en catalán, buscad un traductor, merece la pena): http://www.telurium.net
Emocionante podcast de Milenio 3 donde Jose Manuel Nieves nos enseña los sonidos de los planetas.
http://www.radiosky.com/
Web de Stellar music project, en inglés. Explica muy clarito todo y también hay sonidos:
http://www.konkoly.hu/staff/kollath/stellarmusic
Mike Oldfield... cómo no, tenía que estar aquí. Su álbum Music of the Spheres... precioso