Ghibli es el viento seco, caliente y arenoso del desierto,
“nuevo viento”… así decidió denominarse este estudio japonés de películas de
animación al mando de su creador, maestro, genio, gurú, o todo a la vez, Hayao Miyazaki, un apasionado de la
aviación, la naturaleza y el feminismo. Id tomando nota.
Yo que me he criado con Heidi,
Marco y Mazinguer Z, después de contemplar posteriores frikadas japonesas
como Pokémon, Shin-chan, que no son santo de mi devoción, salvo Doraimon que
tiene su gracia, pues la verdad es que no esperaba nada del manga. Lo mismo me
pasa con la animación occidental, Disney, Píxar o DreamWorks que exploran
la animación con gran carga de imágenes con las que bombardean al espectador,
basándose en argumentos pobres y personajes planos, salvo excepciones, claro (Toy Story, Bichos, Hermano Oso...) Así que el día que me topé con el maestro Hayao Miyazaki volví a la fe verdadera con
gran entusiasmo.
Elegancia, sensibilidad, mensajes que llegan al alma sin
prisas ni estridencias a través de un gusto exquisito por el detalle, una
música envolvente Jo Hisaishi (pincha para ver concierto) que deja su sitio a los silencios para que
nos extasiemos con las imágenes y con todo lo que dice la mirada de los personajes…
Ponyo en el acantilado, Mi vecino Totoro, La Princesa Mononoke, El
Viaje de Chihiro… ¿Qué no habéis visto ninguna? ¡Pobrecitos, lo que os
estáis perdiendo!
Nada de chistes malos y guiños absurdos al espectador adulto
que, claro lleva a los niños al cine. Ghibli llega al adulto a través de
reflexiones profundas que se cuelan por debajo del argumento visible. Algunas
no son para niños pequeños, por ejemplo la última realizada por este genio con
la que culmina su carrera, El viento se levanta, una obra
maestra. Narra la historia de un ingeniero aeronáutico que ideó importantes
innovaciones en el caza japonés de la II Guerra Mundial. Si os gusta el mundo
de la aviación os moriréis de gusto en el sillón al verla.
Una advertencia importante, porque todo lo que he contado es
muy bonito y luego me podéis acusar de "rarita" si veis alguna y no os gusta (no
me importa si lo hacéis, estoy orgullosa de serlo). A saber: Hay que cambiar
el chip de visión occidental superficial y materialista que tenemos a un lado
del sillón o fuera del cine. Cuanto más lejos mejor. No dejéis que los
prejuicios os arruinen pasar un rato genial. He avisado. Y es que una vez leí
que existe una gran diferencia entre el pensamiento oriental y el occidental a
la hora de acercarse a la realidad del mundo.
Por ejemplo, imaginemos que tenemos una flor. Una persona
oriental, para aprender y saber lo que es una flor, ésa flor, la observará
detenidamente, durante muchos días, en diferentes circunstancias. Verá sus
cambios y extraerá sus conclusiones sin ni siquiera tocarla. Un occidental
normalmente arranca la flor de cuajo, con raíces y todo si brota del suelo.
Puede que la separe en partes para observarlas al microscopio y tomar buena
nota de todo para averiguar sus funciones, entre otras cosas. ¿Me seguís?
Las dos formas de acercarnos al conocimiento no son
excluyentes sino que pueden complementarse. Digamos que los occidentales no
tenemos la paciencia para observar con serenidad… pues eso es lo que
experimentaréis con las películas tipo Ghibli, un acercamiento a sentimientos y
personajes entre la realidad y la fantasía en una historia poco corriente y con
alguna lectura extra.
Pero el nuevo viento
del Estudio Ghibli revolvió las ideas de más creadores. Entre ellos el hijo del
gran maestre, Goro Miyazaki. Ser
hijo de un genio no es nada fácil, tanta caña recibió del padre que dejaron de
hablarse pero parece que se reconciliaron con su película Cuentos de Terramar,
basada en las novelas de Ursula K. Le
Guin, otra occidental. Como veis no tienen complejos en relacionarse con
occidentales de todo tipo y condición. Una auténtica maravilla de película y
encima con la música de nuestro gaitero Carlos
Núñez… no digo más.
Más genios. Yoshifumi
Kondo, que se dejó casi la vida con el elevado grado de autoexigencia al
realizar la tierna y también maravillosa Susurros del Corazón… los japoneses
también se matan a trabajar, puede que otra diferencia con nuestra forma de
vivir, sin ánimo de ofender (se murió un par de años después).
Y dejadme que os recomiende la última que he visto y que ha
sido la apoteosis que me ha decidido a escribir de una vez esta entrada. La
preciosa Wolf Children - Los niños lobo, de Mamoru Hosoda,… bueno, esta me ha emocionado. Os va a encantar tanto si sois
padres como si no, y si además amáis la naturaleza y los lobos, disfrutaréis un
montón. Os pongo el enlace de YouTube donde podéis verla íntegra en castellano y con una definición muy buena.
Podría enumerar más pero es mejor que las descubráis por
vosotros mismos y decidáis. Alguna a mí no me gusta tanto o la veo algo oscura
o rara… recordad que la mirada oriental no es ponerse los dedos en los ojos y
alargarlos, por favor.
Echo mucho de menos esta manera de narrar historias en las
películas que llenan nuestras carteleras, sobre todo por Navidad o verano, con
los deberes del merchandising ya hechos en la juguetería más cercana. Las películas
Ghibli me recuerdan al Walt Disney
más puro, amante del color, el detalle y la música. Creo que eso está algo hoy
en día un poco olvidado o tachado de cursi por mentes cada vez más aceleradas
que consultan el wassap mientras creen seguir la trama. La Bella y la Bestia o Fantasía
2000 me hechizaron por completo y creo que el propio Walt habría
disfrutado mucho al verlas, así que no está todo perdido. ¿Por qué no harán más
películas así, que graben en nuestra mente y en nuestro corazón emociones,
personajes, paisajes y músicas? O si se hacen ¿cuántas llegan si quiera a ser
editadas en DVD o tener un comentario que no sea en una revista especializada?
En definitiva, nuestras emociones infantiles, nuestra
capacidad para fascinarnos y recordar cómo era pensar como el niño o la niña que fuímos saldrán a la superficie de
nuestro consciente. Os invito a experimentarlo, porque hoy en día es un lujo y
una obligación para seguir sintiéndose vivo en estos tiempos que corren. No
tengáis miedo de hacer este descubrimiento de la mano del Estudio Ghibli y
compañía.
¡Que disfrutéis!