Desde hace
unos veinte años asisto religiosamente a las dos ediciones anuales de
"Natura", un evento en el que expositores de todo el mundo muestran,
a curiosos y expertos, sus tesoros geológicos y paleontológicos. No soy una
sesuda entendida en cuestiones mineralógicas pero cuando llega a casa la invitación me pongo de buen humor, porque todo eso de las rocas,
fósiles y minerales me ha fascinado siempre, en parte por descubrir la forma increíble en que las
fuerzas telúricas ordenan los átomos. Amatistas, cuarzos, piritas, esmeraldas,
bismutos... la variedad es enorme y abrumadora.
Este año, la
novedad para mí ha sido la shungita, un mineral de composición carbonosa que se
encuentra únicamente en la región de Karelia (Rusia). Los lugareños, y los amantes de lo esotérico, presumen de sus propiedades mágicas relacionadas con la limpieza de malas energías, la depuración de las aguas y el poder de curar todo tipo males de nuestro organismo en cualquiera de sus manifestaciones. Lo cierto es que la shungita posee una oscuridad que la hace hermosísima e irresistible.
Aunque este
evento tiene carácter científico, siempre hay algún rincón donde alguien
interpreta a su manera las propiedades místicas del cuarzo o el jaspe vendiéndolas
en forma de colgantes, péndulos, pirámides o esferas a modo de amuletos que
atraen de manera infalible la suerte, el amor y la fortuna. A mí me hacen bastante
gracia este tipo de asociaciones, pero he de reconocer que de alguna manera
reflejan la relación ancestral que el ser humano ha tenido con estos elementos excepcionalmente
bellos o extraños gestados en las entrañas de la Madre Tierra. Todavía hay muchos que los consideran como un precioso concentrado de poderes mágicos.
Con el
suficiente tiempo y presión la alquimia de la tierra crea maravillas. Esas son
las principales fuerzas que actúan en la génesis de estas formas y colores, que
causan el estupor de muchos que dudan de su natural origen. "Tiempo y presión" se decía el preso
Andrew Dufresne (encarnado por Tim Robbins) en la película "Cadena Perpetua", una rareza entre
todos los demás presos, por ser inocente de verdad y por ser un hombre culto con
aficiones extrañas, como la Geología, donde la sensibilidad y la observación
son cualidades claves. El tiempo y la presión en la cárcel modificó su carácter
como lo hace la tierra con el diamante y el personaje utiliza estas dos palabras a modo
de mantra hasta el final de la película, donde una roca volcánica es la
clave que esconde el tesoro de la libertad.
Bueno, además
de la negra shungita descubrí algo que siempre había estado ahí pero que no
supe mirar en todas las ediciones anteriores de esta feria. Hablo de las Piedras de Visualización. Un descubrimiento alucinante.
Las piedras
de visualización forman parte de la tradición oriental. Desde hace milenios los
emperadores chinos hacían partir a buscadores de estas piedras por todo el Imperio
y más allá. En cualquier hogar chino que se precie gusta de tener una de estas
piedras en un lugar destacado de la casa no solo porque sean bonitas, como
haríamos nosotros, sino porque la observaban con atención para ver paisajes
sugeridos por sus formas, colores y otras características. Os podéis hacer idea
de su importancia si os digo que estas piedras de visualización se heredan de
generación en generación y que tienen un valor económico elevado dependiendo de
su belleza, composición o lugar de procedencia. Y sí, he dicho "valor
económico elevado", es decir, yo no tengo ninguna en el salón de casa,
pero no me voy a rendir.
Siempre digo
que la mirada y la sensibilidad oriental no tiene nada que ver con la nuestra,
así que abrid bien vuestros ojos y dejaos llevar por este "test de Rorschach"
(ese de las manchas de tinta) sobre piedras.
La cosa
consiste en lo siguiente: Hay que colocarse delante de la piedra en cuestión y
mirarla con atención relajada, dejando que sea nuestra particular percepción la
que juegue con la imaginación y así poder "ver" formas, paisajes o
figuras que nos sugieran las vetas o estructura de la roca. Además de ser algo que
nos ayuda a parar la mente y apartarla de lo superfluo, nos hace ser conscientes de los
detalles antes ignorados de lo que nos rodea y de paso a airear el sótano desordenado
de nuestro inconsciente. Haced la prueba mirando la primera foto durante un rato
y obtendréis una sesión de meditación gratis. No tengáis prejuicios ni os
auto-censuréis con lo que veis. Aunque sea la misma piedra siempre se ve algo
nuevo, depende de nuestro estado de ánimo, experiencias vividas y demás.
Y es que
desde que el ser humano es lo que es, las pareidolias (reconocer patrones
significativos como caras u otras figuras en estímulos ambiguos y aleatorios)
han jugado un papel importante en nuestra interpretación del medio. Si os dais
una vuelta por la Ciudad Encantada de Cuenca o por una cueva con arte rupestre
lo entenderéis enseguida. Se tratan de lugares de poder que nos fascinaron
desde la más remota antigüedad por provocar en nosotros asombro y reverencia.
Probad a
disfrutar con la contemplación de esos paisajes en miniatura contenidos tan
humildemente en una simple roca. Además de la mirada científica o del geólogo
aficionado, que ya es en sí misma increíble por todo lo que enseña del orden
del universo en el que vivimos, dejad llevaos por la mirada de imaginación sin
prejuicios y relajaos. Yo por mi parte, me conformaré con salir al campo y
deleitarme con infinidad de maravillas que están esperando a ser descubiertas o
leídas con atención plena.
Algunas
recomendaciones:
- Coleccionistas españoles nos explican la historia y detalles de esta tradición oriental con ejemplos ilustrativos maravillosos:
- Información sobre venta de piedras de visualización:
- Y, por último, os recomiendo encarecidamente visitar en Madrid esta feria o bien curiosear por cualquier puesto de minerales o fósiles: