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jueves, 25 de febrero de 2016

Vayamos al bosque...

Mi último descubrimiento tuvo lugar al toparme con una noticia en Twitter sobre algo que no había oído en mi vida pero sí había experimentado: los Baños de Bosque.

¿Que qué son los baños de bosque? Pues no lo voy a decir, prefiero que os contestéis vosotros mismos porque, si alguna vez os habéis dado uno (espero que muchos) sabréis inmediatamente de qué se trata. Y es que, como dice la bióloga Rachel Carson en sus maravillosos libros, conocer no es ni la mitad de importante que sentir.

¿Y qué se siente en un baño de bosque? Pues probablemente habréis sentido una especie de inmersión en un lugar e instante eternos, habréis creído estar envueltos por una atmósfera donde la vida resuena en mil vibraciones de fragancias, luces y sonidos, donde una palpitación ajena y a la vez propia se sincronizan a cada paso, donde los árboles, esos mágicos seres inmóviles, sin ojos a los que mirar (como diría el escritor  D.H.Lawrence) son solemnes antenas naturales en permanente emisión de secretos antiguos y que nos hablan... Como veis, todas estas sensaciones son como una sesión de esas de Mindfullness, tan de moda ahora, pero a lo bestia.

Y es que durante un paseo en silencio por un bosque cualquiera podemos oír desde el canto de los pájaros, que se avisan entre sí de nuestra intromisión en su paraíso sagrado, hasta casi el andar de una hormiga, y también podemos ver el correr ascendente de una ardilla que solo deja en nuestra retina una rojiza mancha difuminada que se esfuma entre las ramas. Entonces comprendemos, y hasta podemos intuir, que hay muchos ojos y orejas escondidos tras las piedras, troncos, arbustos y hojas caídas dilucidando si somos o no una amenaza para su supervivencia.

Y luego están los árboles, los que apenas se mueven pero alimentan y soportan toda esa grandeza. ¿Habéis abrazado alguna vez a un árbol? ¡Hacedlo, por favor! No es una persona ni un animal, pero sí un ser vivo, probablemente anciano, fuerte y sabio. Así nos los han contado desde la más remota antigüedad a través de muchas historias y leyendas... por algo será. Hasta nosotros ha llegado, por ejemplo, la historia del mítico fresno perenne Yggdrasill de los vikingos y también la del tpuy Autana, el árbol sagrado de la vida de los piaroa venezolanos (que en realidad es un cerro que recuerda a un enorme tocón). Los árboles, desde sus raíces hasta sus ramas más altas han sido venerados por ser un nexo de comunicación entre la tierra y el cielo, con sus raíces descienden hasta las moradas del Inframundo y con sus ramas acceden hasta las moradas del mismísimo séptimo cielo, dejando nuestro universo físico cotidiano a medio camino.

           

El bosque ha sido siempre refugio de nuestros sueños, pero también de nuestras pesadillas, en las que no solo Caperucita huye del lobo, sino donde ocurren toda suerte de encuentros prohibidos y de ritos extraños. No sé si os habéis perdido alguna vez en un bosque pero no es una buena experiencia. La desorientación y la inexperiencia del novato urbanita pueden provocarle el pánico y hacerle perder de vista las migas de pan dejadas por el camino. Perdernos en el bosque sin nuestros talismanes tecnológicos nos vuelve humildes ante la magnificencia de la naturaleza, volvemos a ser seres humanos, un animal más del bosque, solos con nuestros miedos, recursos y fuerza vital. 

¿Cuántas historias de miedo tienen como escenario un bosque? Muchas. En los bosques hay lobos escondidos, duendes, fuegos fatuos, brujas horripilantes en chozas camufladas, insectos voraces, pájaros de mal agüero, trolls, asaltantes de caminos sin escrúpulos, todos cobijados entre las sombras... pero también hay hadas, ninfas y Robins Hoods ¡menos mal! En los bosques hay oscuridad y hay luz, silencios y voces que no sabemos ubicar y, sobre todo hay muchas historias guardadas en los anillos de los árboles de antiguas tragedias y también de bonanzas.

Como decía en un principio, al leer esta noticia, recordé los baños que yo misma he vivido en mis paseos por diversos bosques a la luz del día y también a la luz de la Luna. Así que quise saber más de esto que los maestros japoneses llaman Shinrin-Yoku, que enseñan a dar un paseo por el bosque como Dios manda: yendo sin prisas, sin móvil, sin cámara de fotos, sin hablar con el compañero y tan solo dejarse flotar y mecer por las olas de una inmensa cúpula verde.

Inicié mi búsqueda por la red de redes y al instante me vi chapoteando entre muchos comentarios y aportaciones geniales que transmitían otros avezados bañistas desde sus blogs que, como si fueran árboles de un inmenso y enmarañado bosque virtual que se dejan mecer por el viento de Google, fui sabiendo atisbar. Por ejemplo, me enteré de que el bosque nos sana a través de sus aceites esenciales, sus iones de carga negativa y sus bacterias benévolas que flotan por doquier. Al bosque nos lo llevamos a casa, y no solo cogiendo una hoja o frutos secos sino que lo incorporamos dentro de nosotros a través de la piel y la respiración, nos ayuda a curarnos de las dolencias del cuerpo, del estrés y del alma.

También he descubierto a dos personajes apasionantes y apasionados, sensibles y sabios ya mencionados anteriormente. Uno es el controvertido escritor D.H.Lawrence y la otra la bióloga Rachel Carson. El uno, con su novela "El amante de Lady Chatterley", donde el bosque es testigo y cómplice de una pasión amorosa. La otra, con sus libros llenos de enseñanzas como "El sentido del Asombro". Ambos me han dejado totalmente ALUCINADA. No digo más de ellos porque ya lo hacen de manera magistral dos blogueros de altura en "Los Árboles Invisibles" (Rosa Cintas y Teo Marañón).

                                                     
                                                     


Para finalizar, os invito a que os deis un buen paseo en algún bosque (o lugar con árboles en vuestra ciudad) donde podáis conectar o desconectar, lo que prefiráis. Da igual la época del año o si llueve... cada momento es especial. También os animo a que visitéis el bosque virtual de los miles de blogueros increíbles que comparten sus inquietudes, pasiones y saberes a todo el que quiera escucharlos.

Aquí van algunas recomendaciones:


- Blog Los Árboles Invisibles. Os ruego que leáis: "La señora Chatterley fue albosque" y "Cultivar el asombro", pero el blog al completo no tiene desperdicio.




 
- Novela "El bosque animado" de Wenceslao Fernández Flórez. Una auténtica delicia.










- Novela "El secreto del Bosque Viejo" de Dino Buzzati. Otra delicia.











- Novela "El amante de Lady Chatterley" de D.H.Lawrence. Bellísima descripción de la pasión, el erotismo y la naturaleza.










- "El Sentido del Asombro" y toda la obra de Rachel Carson. No se puede ser más elegante en medio de un bosque o playa, una mujer increíble.










- Audio podcast de Félix Rodríguez de la Fuente contando la leyenda del tpuy Cerro Autana en su programa "La aventura de la vida"... Absolutamente sublime.

"Una noche en el techo del mundo"



- Podcast de Juan Ignacio Cuesta y sus "Lugares de Poder", del programa La Rosa de los Vientos, donde en 11 minutos fantásticos nos habla de un bosque maldito referido en el poema del romano Lucano y del Santuario de la Serpiente en Cuenca. Leyendas de bosques y sacrificios ancestrales.


- En Youtube: Introduction to Forest Therapy and Shinrin Yoku de Association of Nature and Forest Therapy




¡Feliz baño!




"Hoy día mucha gente camina con la mirada baja y fija en el asfalto. Para ellos, la supervivencia consiste en sobrevivir un día tras otro, al jefe, a las entrevistas. Esas son cosas importantes, pero nos perdemos mucho si limitamos nuestras vidas al mero pavimento que hay frente a nosotros. Si tan sólo pudiéramos sacar algo de tiempo para alzar la vista -quizás nuestro descanso para comer, en un banco en el parque- descubriríamos porqué cuando lo hacemos nos sentimos mejor, nuestra imaginación se dispara y nuestros sueños y ambiciones despierta. La naturaleza nos hizo así"

Bear Grylls




martes, 17 de marzo de 2015

La increíble vida de la Hormiga León



 Los insectos, sí otra vez, no me gustan pero al final vuelvo a sacarlos a relucir, y es que no hay mundo más diverso y creativo que el de ellos, del que siempre se aprende algo nuevo.


El día que mi hijo pequeño salió del cole con un misterioso mensaje en la mano, "HORMIGA LEÓN",  pregunté inocentemente: ¿Hay que investigar sobre hormigas y leones?,  No - contestó- es un bicho que vive en la arena. Por suerte Google me lo confirmó.  Primera sorpresa. Y es que, al igual que el pueblo de Puertollano, ni es "puerto" ni es "llano", pues la hormiga león ni es una hormiga ni es un león. Segunda sorpresa.

Encontramos muchos videos en Youtube de naturalistas que se sumergen apostados con la cámara en el hipnótico ritual de observación de un ser, eso que nadie ve o considera irrelevante de cualquier parque. Al que le haya pasado esto lo comprenderá. Y es que no hay animal grande o pequeño que se resista a la mirada cotilla e indiscreta de un niño o adulto cuando descubre que hay otros mundos llenos de aventuras y desafíos, batallas a muerte y negociaciones que ni el Gran Hermano o un culebrón son capaces de superar. La naturaleza es así.

Yo no entendía cómo algunos estudiosos podían tirarse diez, veinte o treinta años en medio de la selva o la sabana observando a una sola familia de elefantes, chimpancés o suricatas, por ejemplo, hasta que en un viaje por Tanzania me quedé fascinada ante las escenas que delante de nuestras narices tenían lugar y quería quedarme a ver "el siguiente episodio" aunque tuviera que pasar la noche al raso entre fieras. Pero no hay que irse tan lejos para deleitarse con la asombrosa vida de los animales que, de primeras, nos enseña que todos tenemos problemas para buscarnos la vida.



Konrad Lorenz (ése que descubrió que los patitos le seguían a todas partes porque él fue el primer ser que vieron al nacer) cuenta en su maravilloso libro "Hablaba con las bestias los peces y los pájaros" que se quedaba horas contemplando absorto las vicisitudes de unos simples peces naranjas de acuario cuando jamás creyó que tuvieran una vida interesante. Con Lorenz aprendí lo crueles que podían ser las palomas con sus propios congéneres, cuando para nosotros son el símbolo de la Paz y del Espíritu Santo, y que los lobos se rigen por un código ético más elevado que el de los nobles caballeros medievales y, sin embargo,  tienen fama de todo lo contrario.



Bueno, pues la hormiga león cuando es una larva es un bicho feo, con forma de garrapata o piojo gigante, para entendernos, vamos que no es agraciado. Luego, cuando realiza la metamorfosis (un proceso alucinante) se convierte en una especie de libélula en pequeño. Pero, lo realmente increíble es cómo caza cuando es larva. Hace un hoyo en la arena a modo de trampa y se esconde debajo. Así, la desafortunada hormiga que caiga en su pendiente resbaladiza se verá atrapada al fondo por unas tenazas implacables que la succionarán a los abismos. Terrorífico y angustioso, de verdad, pobre hormiga, mosca o lo que sea que caiga en su trampa. Viendo estos videos, algunos encima con una música ambiental de suspense, uno se sumerge en un laberinto de emociones dispares en las que a veces se aplaude la huída de la víctima y otras se celebra la victoria esforzada de la paciente y fiera hormiga león, vamos, que ni una peli de acción. 

Pero, a lo que voy... ¿Cómo sabe este insecto que tiene que hacer una trampa de esa manera y esconderse bajo ella para poder cazar? ¿Cómo sabe la araña fabricar su red para que funcione? ¿Cómo sabe la abeja qué danza realizar a sus congéneres para indicar una dirección a seguir? Nos han explicado que su papel y pautas en la vida ya están determinados en gran manera, los animales no son libres, mientras que nosotros presumimos de ser los amos de nuestro destino y tenemos el don del libre albedrío... ¿seguro? Estamos casi tan limitados por nuestra biología e historia cultural como ellos, en cierta manera vivimos en una ilusión de libertad, como ellos.


Para ser un naturalista apasionado no hay que estudiar sesudamente durante años. Lo importante es tener buenas dosis de paciencia para observar, esperar, registrar conductas, tener un gran respeto por la naturaleza y muchas ganas de contar nuestros descubrimientos. Así lo han hecho los grandes desde que eran niños: Félix Rodríguez de la Fuente, David Attemborough, Jacques Costeau, Konrand Lorenz, Gerald Durrell, Jane Goodall y, ¡cómo no!, Frank Cuesta, reflejo todos ellos de su tiempo. 


Sí, todos han contribuido a sacarnos de la ignorancia por su gran pasión y entrega no fingida, que les salía del alma, tanta como para poner muchas veces su vida en peligro. El impacto que provocaron, y provocan, con sus series documentales, publicaciones, conferencias y su sola presencia, es enorme. Solo hay que ver sus caras... ¡Necesitamos a más como ellos!



Hoy los niños no juegan en la naturaleza como antaño, otras ocupaciones les entretienen. Pero, cuando van al campo y superan el mono de la consola o cualquier otro juguete y se tienen que conformar con palos y piedras, un río, cortezas de árboles y bichos... comienza el hechizo, se sumergen en una aventura fascinante de la que a duras penas se les puede arrancar ni para que se coman el bocadillo. Entienden antes que nosotros lo que ya dijo el poeta: "...ver el mundo en un grano de arena y el Cielo en una flor silvestre"



También descubrí hace poco haciendo limpieza unas viejas revistas "Natura", años '80, ejemplo de una época de denuncia de malas prácticas, de divulgación elegante y apasionada, cuando todo esto de la Ecología estaba por hacer y acabábamos de quedar huérfanos de Félix. ¿Será que el mensaje ya ha calado lo suficiente y no se necesitan estas revistas y programas o es que lo hemos olvidado?


Salir con un cuaderno de campo, una red de pesca o unos prismáticos a la naturaleza con el único objetivo de descubrir algo interesante y desconocido es una gozada.

Llega la primavera... ¡DISFRUTADLA!


Para ver el mundo en un grano de arena,

Y el Cielo en una flor silvestre,

Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría

Hace esfumar el fluir de la vida;

Aquél quien besa la joya cuando esta cruza su camino
Vive en el amanecer de la eternidad.


William Blake


Os recomiendo:

 
Fundación Félix Rodríguez de la Fuente:  

http://www.felixrodriguezdelafuente.com/



Konrad Lorenz y su libro de lectura fácil y maravillosa 

"Hablaba con las bestias los peces y los pájaros"



Otra delicia literaria, de Geral Durrell 
 "Mi familia y otros animales"