Los antiguos y sabios
egipcios se hacían enterrar con semillas
como parte de su ajuar para la otra vida, la verdadera. Entre ellas, las de
loto y las de la palmera datilera, ésta última símbolo de la inmortalidad, han
logrado germinar después de muchísimos años. Como semillas guardadas en una
tumba llena de tesoros, hallé (o me hallaron) a un grupo de compañeras de
colegio, de cuando la E.G.B., de cuando íbamos con rebeldes faldas escocesas,
el mundo era grande y toda la vida estaba por venir.
Confieso
que cuando me localizaron no tenía muchas ganas de reencontrarme con gente de
la que poco me acordaba ya, con vidas tan dispares, ¿para qué?. Sería como en
las pelis americanas donde todos presumen de vidas exitosas y estupendas o disimulan
sus verdaderas miserias con trabajos, maridos e hijos maravillosos. Pero al
final me decidí. ¿Por qué no? Si no me gusta no vuelvo y punto.
¿Cómo
resumir treinta años a trompicones en unas cuantas frases, con el fútbol de
fondo, pidiendo la llave para ir al baño, mientras el camarero nos hace una
foto para enviar a las ausentes de esa noche?. Muy fácil, fue muy fácil desnudar
el alma con gente que ya te conoce porque sabe la niña que fuiste, sabe de ti y
de tu verdadera esencia, a la que ayudan a desenterrar como a las antiguas
semillas egipcias. Diferentes circustancias, mejores o peores elecciones, sin
ánimo de juzgar porque todo se comprende. Todo se retoma donde se dejó hace
tanto tiempo.
Algunas
dicen haber hallado su camino de baldosas amarillas, otras confiesan no haberlo
encontrado, que el sendero escogido no fue lo esperado pero que aún persisten en, aunque
sea con la mochila cargada de piedras, toparse con él.
Y
desde entonces de la mano, día a día, saludos, bromas y risas, muchas risas
¡Námaste!
Y
las semillas van germinando, poco a poco, una tras otra, y juntas vamos
haciendo un bosque, un bosque que arropa en invierno y da sombra en el tórrido
verano, un bosque donde desorientar a nuestros monstruos y recordar sueños que aún
están por llegar.
Y
claro, recordando a profes, con nostalgia a algunos, otros… bueno digamos que
hicieron lo que pudieron. Reviviendo recreos, cumpleaños ya olvidados,
volviendo a crecer juntas con lo que fuimos y mostrando lo que podemos ser
capaces de hacer a partir de ahora. Resucitar, como querían hacer los antiguos
egipcios con sus semillas y consigo mismos.
¡Menudo descubrimiento!
Ellas
mismas se definen:
- “Las nuestras son conversaciones sin sentido,
que enlazan unas cosas con otras sin saber su relación”
- “Somos extrañas pero no, es como si todo
volviera a seguir donde lo dejamos”
- “El
grupo ha surgido por algo. Para ayudamos unas a otras”
- “Al final todas estamos con problemas
similares, maravillosos hijos adolescentes y maridos que no escuchan”
- “¿Sigue Asunción en el cole?¡Joooooolín!
- “Menos mal que hicieron algo bueno al juntarnos. Lo mejor”
- “Buenos días amigas!!!!!”
¡¡¡ Gracias a todas !!!