Voces del pasado aparecen vivas
y frescas ante mí para contarme sus logros, reflexiones y descubrimientos. Voces del presente se cruzan en mi camino mostrándome
otros igual de fascinantes.
Todas vibran por todas partes para hacerse escuchar si estamos atentos, algunas lo hacen entre las piedras de unas ruinas, otras desde lo más profundo de la tierra que hay bajo mis pies, muchas vuelan entre los ligeros átomos del aire o siguen la cadencia de las olas trayendo secretos de lo que en el inmenso mar sucede. También están las que vibran desde un libro casi olvidado y retumban al releer sus páginas e incluso las que pasan a través de los eléctricos bits haciéndose visibles en una pantalla.
Huellas de conocimiento y sabiduría que descubro cada día de la mano de los exploradores de lo infinito y que, como semillas en el aire, yo también esparzo para que otros puedan disfrutarlas al germinar en su mente con el abono de la emoción.
Tesoros que aguardan y desean ser descubiertos de pronto se me aparecen como por arte de magia y hacen preguntarme cuántos más habrá ocultos y cuándo los encontraré o quién me los mostrará.
Estas voces, huellas, tesoros que otros ya han descubierto me inspiran para dejar yo también los míos dispuestos en cualquier lugar de este eterno paisaje de la mente, entre la imaginación y la realidad, que abarca cada vez más territorios.
Este es mi Diario de Descubrimientos que espero sirva a otros expedicionarios en su particular aventura.
Cristina
Díaz